Pues yo casi preferiría que hubiese sido un gol injustamente anulado; así les jode más.
Ya he dicho aquí varias veces que yo, ateo recalcitrante y come-curas irredento, doy gracias a Undivé tós los días por mantenerme vivo para ver al Mandril quejarse de los árbitros; me entra un gustirrinín por la curcusilla parriba y un cosquilleo en el escroto que me voy de vareta.